ESTRÉS
Y SISTEMA INMUNITARIO
El estrés es un problema cotidiano de los seres
humanos, la mayor parte del tiempo este se encuentra sometido a condiciones
adversas en el hogar, trabajo, ciudad, universidad e incluso a condiciones
que ponen en peligro la vida como los asaltos,
secuestros o guerras. Forma parte de un
proceso fisiológico que ocurre cuando
el individuo se enfrenta a demandas cambiantes del ambiente las cuales sobrepasan
sus recursos, de tal manera que percibe que no puede darles una respuesta efectiva,
lo que ocasiona que su organismo emita una respuesta para adaptarse, esta consiste
en un aumento importante de la activación fisiológica y cognitiva, lo que
favorece una mejor percepción de la situación y sus demandas, un procesamiento
cognitivo más rápido y potente de la información disponible, una búsqueda de
soluciones eficaces y una mejor selección de las conductas adecuadas para hacer
frente a las demandas de la situación. (1’2)
El organismo del ser humano en su conjunto es un
sistema complejo y dinámico que tiene el objetivo de mantener el equilibrio de
su estado interno, este estado denominado “homeostasis”, el cual está
constantemente amenazado por la exposición a eventos dañinos o estresores. (3)
La respuesta al estrés está controlada por el
sistema nervioso central (SNC) y la coordinación que este ejerce sobre los 3
sistemas que controlan la homeostasis del organismo; sistema endócrino, sistema
inmunitario y sistema nervioso autónomo. (4) El eje hipotálamo-hipofisario-adrenal es el responsable de generar
la cascada de reacciones propias de la situación estresante, en el hipotálamo
las neuronas de la región parvocelular del núcleo paraventricular poseen axones
que se proyectan a la capa externa de la eminencia media donde secretan la
hormona liberadora de corticotrofina (CRH), esta cruza a través del sistema
porta-hipofisiario estimulando a las células corticotropas de la adenohipófisis
a que secreten la hormona adenocorticotrofa (ACTH), esta a su vez tiene como
órgano diana a las glándulas suprarrenales, específicamente las porciones
fasciculadas y reticular, que en respuesta a la estimulación de la ACTH secretan
glucocorticoides, el principal en el ser humano; el cortisol.(4’5) Las
condiciones de estrés inducen a la activación de las neuronas preganglionares
del sistema nervioso simpático y la liberación concomicante de noradrenalina
por las neuronas postganglionares simpáticas, además de estimular a las células
cromafines de las glándulas suprarrenales a que secreten adrenalina al torrente
sanguíneo.
Ambos tipos hormonales, glucocorticoides
y catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), liberados ante la exposición al
estrés ejercen funciones inmunomoduladoras, con lo que contribuyen a regular el
funcionamiento del tercer efector de la respuesta al estrés, el sistema
inmunológico. Las catecolaminas y glucocorticoides en el intento por restablecer la homeostasis
del organismo y hacer frente a la situación de estrés, inhiben el
funcionamiento de los sistemas con mayor gasto energético como el digestivo y
el sistema inmunológico, es decir durante la exposición del organismo al estrés
ocurre un hipofuncionamiento del sistema ya que estos se fijan a sus receptores
específicos que se encuentran localizados en la membrana y el citoplasma de las
células inmunes en las cuales ejercen efectos indirectos como la alteración de
producción de citocinas (INF-y, TNF, IL.1, IL-2 e IL-6) necesarias para la
maduración y movilización de los linfocitos y otras células inmunitarias. (6’7’8)
Se ha demostrado mediante estudios en
ratas que la exposición a estrés durante el desarrollo temprano también ejerce
efectos adversos sobre el funcionamiento del sistema inmune en la vida adulta,
por ejemplo en una rata en la que en su última semana de gestación se la
sometió a estrés prenatal por aislamiento, exposición a ruido y luz lo cual
redujo la respuesta proliferativa de los linfocitos B y disminuyó la actividad
citotóxica de las células NK en el bazo y la circulación periférica de las
crías a los 2 meses de edad, con relación a las crías cuyas madres no fueron
sometidas al estímulo estresor. Cabe recalcar que se aborda el tema de estrés e
inmunidad desde una perspectiva experimental, siendo los dos campos más
incursionados el desarrollo de las enfermedades infecciosas no graves y la
cicatrización de las heridas superficiales, todos obteniendo la misma
conclusión; el estrés influye negativamente en el sistema inmune. (4)
Como se recalca al inicio de la
investigación el estrés crea una respuesta fisiológica del organismo para
adaptarse, pero cuando el estrés es crónico (progresivo) induce al
mantenimiento elevado de los niveles circulantes de glucocorticoides y
catecolaminas, lo que influye negativamente en el sistema inmune mediante los
mecanismos ya descritos, es decir el
individuo se vuelve más vulnerable a contraer infecciones, a prolongar la
duración de las enfermedades y el tiempo de cicatrización de las heridas,
además altera el tiempo de sueño normal, estimula el sedentarismo y la
malnutrición con lo que se potencian los efectos negativos del estrés sobre el
funcionamiento del sistema inmune y sus consecuencias en la salud.
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